domingo, 24 de agosto de 2014

Una rosa en el terrario

A quien intenta ver el desierto en un diamante hueco,
a quien intenta acaparar el mar en un ojo de cristal.
A quien intenta sonsacar la confesión de un preso en guerra.
A quien sabe que las rosas necesitan agua y plantó una
en su terrario.
A quien de tantos intentos tiene un desierto de semillas.
A quien sabe que sentirse desnudo es fácil hablando
con un marinero.

A ti que sabes que no hay horizonte si no cierras los ojos;
a ti que sabes que el horizonte se curva con el mundo.




A una flor que quiso elegir raices.
A un sol que quiso ser abismo.
A un batiscafo que quiere sondearte los órganos
que marcan tu música.
Al parpadear de un corazón descalzo que quiere bailar
sin calcetines.

A un nosotras que se escribe en verbo y se dice en pronombres.
A una tierra mojada, que quiere ser verde, marrón, amarilla;
acaba gris.
Al miedo a la pérdida, al miedo a perderte, al miedo a verte y joderme por no poder besarte.
A la certeza funambulista de que el futuro es de plastilina
y no hay mejores manos para tu escultura que las mías.

Al corazón acojonado que prefiere una bicicleta para dos que un tren impuntual.

A las arrugas de los ojos, que de momento; es el único acordeón que sé hacerte brillar
hasta que llueva.

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