martes, 11 de febrero de 2014

Madrugadas

Hoy me he levantado echando de menos tu piel salada
y las noches que sin ti 
no son más que tiempo a máquina.

Tu cuello esbelto y suave, tejido en tequilas
con remiendos de besos en cenefas de cristal;
que reptan hasta el abismo de tu oreja
donde susurran imposibles de poesía.

Letra a letra del lóbulo a la espalda pasando por las dunas de tu pecho;
así se escribe un verso,
versando el arte de tu cuerpo desnudo al tacto de las sábanas.

Quién fuera el aire entre tu piel y tu pijama
para colarme en tus rincones de vez en mes;
madrugadas.

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